lunes, 12 de diciembre de 2011
VILLA ROMANA DE LIÉDENA
En las cercanías de la localidad de LIÉDENA, bañados por el río IRATI y con la FOZ DE LUMBIER al fondo, se encuentran los restos de una explotación agraria y ganadera de origen romano.
Se llega a ellos por la N-240 Pamplona-Jaca a la altura de la Foz de Lumbier (es la salida). Están junto a la carretera y se accede directamente a pie, teniendo sitio para aparcar el coche.
Los restos arqueológicos atestiguan que, hace miles de años, hubo en el lugar una magna Villa Rural Romana de Liédena (siglos II-IV). Contó con más de 50 dependencias entre las que se incluían un trujal, un lagar, termas, la vivienda señorial y la de los sirvientes, almacenes, un molino y una presa para exprimir olivas, Y todo esto en torno a un patio central.
Hace 2000 años tropas mandadas por generales romanos remontando el Ebro llegaron a estas tierras. Encontraron un clima y un suelo semejantes a los de su país de origen y decidieron instalarse. Y lo hicieron aquí en Lumbier y en Liédena, Eslava, Sangüesa...En todos éstos lugares, se han encontrado restos, sin embargo el asentamiento mejor conocido, es la Villa de Liédena .
La Villa Romana de Liédena, del Bajo Imperio, fue habitada en dos épocas distintas, siglos II y IV, como muestran los restos encontrados. Una primera villa se construyó en el siglo II. Fue abandonada y luego saqueada por los invasores bárbaros que atravesaron el Pirineo hacia el año 270. Años más tarde durante el siglo IV, se volvió a vivir aquí hasta el abandono definitivo, en los primeros años del siglo V.
Las huellas de un incendio hacen sospechar que la villa pudo ser destruida por algún acto de violencia en el siglo II y reconstruida después. Precisamente en el siglo IV alcanzaría todo su esplendor, llegando a medir sus construcciones hasta 76 x 168 metros de ejes y más o menos una hectárea de superficie.
La Villa Romana de Liédena, estuvo formada por un peristilo o patio central en torno al cual se organizaban las habitaciones y dependencias. Como elementos propios de una villa agraria, contaba con un estanque, trujal, lagar y termas. Fue un verdadero ejemplo de autoabastecimiento: cultivaban cereales (trigo y cebada), vid, olivo, hacían su pan, su vino y su aceite, tenían su propio ganado variado, de tiro y para consumo... Pero además de la parte de la vivienda dedicada a la producción, estaba la vivienda del señor y su familia y la zona de vivienda de los sirvientes. Todas éstas dependencias se articularon alrededor de patios: uno con un pozo, otro con un gran estanque.
No se olvidaron los romanos de la higiene personal, aunque hay que reconocer que las termas eran algo más que higiene. Para bañarse, solían utilizar, por razones terapéuticas, tres piscinas diferentes dispuestas en tres salas comunicadas entre sí. Antes de éstas salas había otra, a modo de vestuario para desvestirse.Y una vez desvestidos comenzaba el baño: la primera piscina en la que se sumergían estaba llena de agua muy caliente; seguidamente se relajaban entrando en la de agua templada y, para acabar, pasaban a la piscina de agua fría.
Pero, ¿cómo calentaban el agua hace casi 2000 años?.
Los romanos elaboraron un sistema de calefacción que consistía en una cavidad donde se hacía y mantenía un fuego que calentaba las calderas con el agua de las termas. El calor que generaba el fuego circulaba por espacios huecos que había bajo el pavimento haciendo que las salas de las termas alcanzaran una alta temperatura.
En la actualidad, los numerosos hallazgos encontrados y conservados hoy en el Museo de Navarra en Pamplona, como los Mosaicos geométricos que decoraban los pavimentos de las habitaciones, así como el pozo, los muros y la sucesión de losas, invitan a retroceder en el tiempo e imaginar cómo vivieron los romanos en Liédena hace miles de años.
Otros restos romanos de interés se sitúan en Lumbier, donde recientemente se ha recuperado un mosaico. Hay, asimismo, restos de una antigua muralla.
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